Protocolos para una internet, libre y segura: ¿Es posible tener una Internet Feminista? Las brechas sociales de acceso de las mujeres a las tecnologías como la internet son aún evidentes.

Protocolos para una internet libre y segura
Desde una perspectiva de género y derechos sexuales, internet tiene muchos retos por delante. Como una contribución al proceso que desde hace años ha seguido el movimiento por una internet feminista, queremos incidir sobre el diseño de la arquitectura de internet, en las capas bajas e invisibles donde, sin darnos cuenta, se moldean muchas de las capacidades que hoy tenemos en la red.

¿Podemos imaginar una internet feminista? Imaginar es un primer paso, el siguiente podría ser darle forma y estructura, desarrollar los códigos, adecuarlos a los soportes más apropiados y diseñar las interfaces necesarias para que sea comprensible y accesible para un mayor y más diverso número de personas. Y luego hacerle mantenimiento permanente, para que se mantenga activa y segura.

Imaginar es potente y, sin duda, para muchas personas tradicionalmente discriminadas por su condición de género, etnia o clase, internet ha sido una posibilidad y una oportunidad de imaginar una sociedad distinta, más incluyente, justa y libre. Y sobre todo, para imaginarla con otras, sin importar la distancia geográfica o las diferencias sociales y culturales de por medio.

Por suerte, desde hace tiempo también ha habido personas imaginando y construyendo alternativas técnicas para que estos modelos ‘otros’ de sociedad habiten también en internet. Esto es, que la red no sea más un escenario de extensión de las violencias y desigualdades estructurales, sino un espacio de denuncia y transformación. Pero, ¿puede internet transformar la sociedad?

Esta pregunta es parte central del RFC 8280 en la IETF. Desde octubre de 2017, este documento ha servido como guía inicial y general para analizar el impacto que tienen los estándares y protocolos de internet sobre los derechos humanos, aunque todavía hay bastante por explorar sobre la manera como los protocolos impactan a distintos grupos sociales alrededor del mundo. Para hacernos una idea general de lo que estamos hablando, hace un tiempo escribimos sobre qué es IETF y los protocolos de internet, y por qué son importantes para nuestros derechos.

Cuando hablamos de violencia en internet, nos referimos a la extensión de formas tradicionales de violencia y discriminación, que en internet se perpetúan y se renuevan gracias a las posibilidades técnicas que permiten el registro permanente, junto con la difusión masiva e inmediata de contenidos. Y aunque esté en el espacio virtual, esta violencia es real, tiene impactos reales sobre la salud física y emocional de las personas que la enfrentan. Ahora, ¿es posible eliminar la violencia digital, mientras las formas estructurales de violencia se mantienen?

La respuesta es un rotundo no, matizado con los esfuerzos conjuntos que, en los últimos años, ha emprendido el movimiento feminista a nivel mundial, para erradicar las violencias dentro y fuera de línea. Para eliminar las violencias que ocurren en las redes sociales, por ejemplo, es necesario ajustar el diseño mismo de dichas redes, los mecanismos de regulación de contenidos así como los algoritmos y criterios sobre los cuales se procesan nuestros datos.

Nuestra propuesta es, de una parte, revisar la manera como se ha considerado el género, la diferencia y la diversidad en los documentos (Internet-Drafts y RFCs) que se desarrollan allí, al tiempo que incluimos casos concretos -a partir de cada Principio– para analizar cómo ciertos protocolos pueden tener impactos positivos o negativos sobre grupos sociales discriminados y marginados.

Creemos que es buen momento para plantear estos asuntos -y en estos términos- en una comunidad técnica cuyo objetivo central es “correr códigos que funcionen” para hacer una mejor internet. Sabemos que el camino apenas comienza, que será largo y quizás complicado, y esperamos que más personas se sumen a construir, desde aquí también, una internet feminista.

Entrevistamos a Loreto (Maka) Bravo de la Red de Radios Comunitarias y Software Libre y Palabra Radio que nos explica cómo el feminismo y las tecnologías libres son una herramienta que permite luchar contra el patriarcado.

Las brechas sociales de acceso de las mujeres a las tecnologías como la internet son aún evidentes. Las razones son varias, por una parte están los índices de analfabetismo que aún existen en nuestros países, pero además las mujeres, por una serie de condiciones como son el embarazo durante la adolescencia , violencia, violaciones, trata, trabajo forzado, pobreza, etc, conformamos dos tercios del total de la población latinoamericana que no tienen acceso a la educación.1

A esto se suma que las tecnologías, y en especial lo que se refiere a la internet, son asuntos que solo los hombres pueden resolver, roles para los cuales las mujeres son menospreciadas. A esto se suman los roles tradicionales de género: el cuidado de la familia, de hijas e hijos, las tareas domésticas, el cuidado de ancianos, lo que resta tiempo para que las mujeres puedan desarrollar, o siquiera pensar en temas tecnológicos, mucho menos en recursos digitales.

Es por ello que la apuesta a eliminar las brechas digitales es de carácter social y político, donde hablar de cultura libre desde una mirada de género y aún más, desde una perspectiva feminista, se vuelve indispensable.

Loreto Bravo de la Red de Radios Comunitarias y Software Libre y Palabra Radio (México), explica cómo el feminismo y las tecnologías libres son una herramienta que permite luchar contra el patriarcado.

Se habla de las brechas digitales, del acceso a la internet y su entrada en los hogares y familias latinoamericanas, pero ¿por qué es necesario hablar del feminismo y tecnología?

Las feministas somos mujeres que hemos desarrollado una crítica fuerte a toda la estructura en la que hemos crecido, comido y parido. Entonces por qué no lo vamos a hacer frente a unas tecnologías que están llegando a nuestras vidas de una manera tan poco cuestionadas.

Hoy en día todas nosotras cargamos un celular en la bolsa. Gran parte de las mujeres de la clase media tenemos una computadora portátil. Hoy en día en las escuelas, en el sistema público se está, entregando tablets a estudiantes. Todo esto viene de una manera tan impositiva que porqué las feministas no vamos a reflexionar de manera crítica sobre esto. Hay que problematizarlo, utilizar esos mismos lentes críticos que hemos cultivado para hablar sobre los estereotipos de género, sobre las áreas de trabajo, sobre nuestra familia, sobre todo esto, y trasladarlo a las tecnologías.

¿Por qué habría que mirar de una manera crítica a las tecnologías con las que ahora nos bombardea el mercado?

Porque la tecnología está jugando un papel muy fuerte en nuestra vida cotidiana. Estamos rodeadas de señalas inalámbricas en la calle, en la casa, en el trabajo, en la escuela y otra vez… lo vivimos como una cosa normal, pero resulta que pasarán años para que veamos a las tecnologías de manera crítica, reflexiva, problematizada y no como algo que las grandes empresas lo van sacando como tecnología de punta, creando una necesidad con grandes campañas publicitarias.

Se cuestiona el no estar en las redes sociales de moda: ¿Cómo no vas a tener un Facebook?; ¿cómo no vas a tener una computadora?; ¿cómo vas a tener un celular viejito? Es muy atractiva la tecnología, y sin duda alguna para el movimiento feminista —y no solo el feminista—, el movimiento de pueblos originarios, el movimiento de presos políticos, el movimiento transgénero, etc., estás tecnologías nos están abriendo espacios increíbles.

Finalmente estas tecnologías nos han permitido construir vínculos y movimientos desde lo virtual, pero no por esto vamos a dejar de ver la otra cara a la moneda, que proviene de estructuras de empresas tecnológicas machistas y patriarcales.

¿Cuál es el papel que pueden o deberían desempeñar las mujeres dentro del desarrollo tecnológico?

Cuando empezó todo este rollo de las computadoras, en sus inicios eran mujeres las programadoras porque era un trabajo que los hombres rechazaban al ser un oficio minucioso, de marcar “tarjetitas”. Empezó esto a crecer y crecer y el mismo sistema machista se dio cuenta del poder que surgía de estos desarrollos y que por lo tanto no podía crecer de la mano de las mujeres. Entonces, las mujeres fueron relegadas aún más, las sacaron de donde nació la tecnología y las ubicaron como una empleada que simplemente inserta chips dentro de una computadora pero que no tiene acceso a una. Eso es lo que pasa en Filipinas, por ejemplo, donde están las fábricas de estas tecnologías. Son mujeres la gran parte de las que están soldando, perdiendo la vista por el consumo de plomo y más cosas. Es entonces cuando hay que preguntarse: ¿cómo impacta eso hoy a las mujeres? Nos relegan a esa parte productiva y nos relegan a esa parte de consumidoras. Y, de consumidoras no salimos. Somos consumidoras de tecnologías. Las propias estadísticas de Google y Facebook muestran que son más mujeres usando esto. Somos un mercado, nos encontraron como un mercado.

La saturación de roles: el trabajo de ocho horas y las labores de cuidado son algunas de las razones por las que las mujeres no pueden dedicar tiempo para adquirir habilidades y crear tecnologías: ¿Cómo se puede plantear una estrategia para que las mujeres, a pesar de la sobrecarga de actividades, tengamos un rol más activo en las tecnologías?

Tengo algunas ideas, no recetas. Una primera cosa que tenemos que cultivar como feministas es esa reflexión crítica. La segunda es que tenemos que construir espacios donde podamos hablar de tecnología, reflexionar sobre tecnología pero que esos espacios no estén construidos bajo la misma lógica patriarcal. Nosotras debemos construir nuestros propios espacios. Y para algunos hombres eso suena separatista. Pero las mujeres aprendemos de otra manera, interiorizamos ideas de otra manera y necesitamos además que esos espacios sean seguros y amables para nosotras, con consideraciones para mujeres que son madres, para mujeres que tienen otras responsabilidades. Si la intención es que más mujeres se apropien de las tecnologías y vayan a talleres o capacitaciones, si tú quieres que esas mujeres vayan a un taller o un espacio de reflexión hay que crear condiciones para que ellas puedan estar ahí. Nosotras tenemos que construir nuestros espacios.

Y una tercera cuestión es que tenemos que crear infraestructura. Hoy estamos hablando de unas tecnologías digitales donde existe una gran brecha de género. Hablemos de la creación de tecnologías donde esa brecha de género no exista más. Ahora se ha enfocado el trabajo en hacer conciencia acerca de la violencia en internet. Unas campañas que me saco el sombrero, me encanta, pero por qué no empezamos a hablar de cómo construir nosotras una internet feminista porque sino, siempre vamos a estar en la cancha del otro peleando, cuando nosotras estamos en condiciones de construir nuestra propia cancha, nuestra propia internet, nuestros propios servidores, nuestras propias radios, nuestros propios medios de comunicación digitales. No ir a pelear un lugar dentro de un espacio patriarcal, machista, donde vamos a tener vivir acoso, censura y violencia.

Los roles que tenemos las mujeres en el ámbito tecnológico son muy diversos. La mujer, las mujeres pueden tener el rol que quieran en la tecnología, no hay límites.

¿En qué se basaría hacer y tener una internet feminista?

La internet feminista implica varios niveles: primero, pensar en nosotras como creadoras de infraestructura, crear nuestras propias redes; segundo, nosotras como administradoras de esas redes, nosotras como creadoras de los códigos con los nos movemos en ese espacio; y tercero, nosotras como creadoras de contenido de esos espacios. Una internet a la que tenemos acceso no solo como consumidoras sino como creadoras de contenidos, como administradoras del propio espacio, como reguladoras de esos espacios, porque la internet nace como una herramienta, pero finalmente se transforma en un espacio público donde te encuentras con otras feministas rompiendo muchos mitos alrededor del trabajo entre mujeres.

Dentro de las organizaciones de mujeres y las organizaciones feministas hay distintas luchas (el acceso a la justicia, a la tierra, a la educación, a los derechos sexuales y reproductivos, entre otras), ¿cómo se pueden unir estas diversas luchas con el tema de las tecnologías libres?

No se trata de pensar que con la tecnología vamos a cambiar el mundo o vamos a hacer la revolución. Nosotras hemos estado siempre en la calle pidiendo y exigiendo nuestros derechos. La tecnología puede ofrecer alternativas. Lo primero es la lucha en la que estamos —¿Cuál es la lucha?— La salud, la vivienda, la educación y a partir de eso identificar ¿cuáles son las necesidades que tenemos alrededor de esas luchas?; ¿en cuál de esas necesidades la tecnología puede jugar un rol que nos facilite difundir la palabra, denunciar, construir propuestas y coordinar acciones?

En estos días, durante el II Encuentro de Cultura Libre y Radios Comunitarias se habló mucho sobre el software libre como una estrategia de emancipación, ¿por qué las tecnologías libres son una herramienta de despatriarcalizar la sociedad o por lo menos el mundo virtual?

Cada vez me siento más incómoda con esa idea de hablar de software libre, cuando en realidad estamos hablando de cultura libre, de libertad de cuerpo y pensamiento. Para mí, tiene que ver con que esta libertad de cuerpo, de moverse y pensar sirve para construir infraestructuras distintas, porque al movernos dejamos de ser consumidoras, empezamos a crear y regular de una manera diferente este nuevo espacio. Las tecnologías libres para las feministas es el único camino para que podamos construir esa otra cancha donde movernos. Con herramientas privativas no vamos a poder, porque esas herramientas privativas están hechas y funcionan de una manera que no nos permiten moldearlas a las necesidades que nosotras como feministas tenemos, sino que están pensadas para reproducir estereotipos de género. Están pensadas para reproducir inequidad e injusticia social. Esas no van a ser las herramientas con las que vamos a hacer la revolución feminista.

Necesitamos tener unas herramientas que se amolden y que nosotras las podamos crear según nuestras necesidades. Hoy por hoy creemos que la internet es la gran tecnología que soluciona todo y que todas debemos estar conectadas, pero hay comunidades donde las mujeres no tienen la necesidad de estar conectadas, que lo que necesitan son otras tecnologías que les permitan apropiarse mucho más de su cuerpo que el estar conectada virtualmente con mujeres que ni siquiera la conocen. Para mí, como mujer de ciudad, hoy la tecnología es una necesidad, pero conozco mujeres para quienes, por fortuna, la internet no es una necesidad, pero sí tienen una gran necesidad de no tener que someterse a la violencia médica para poder sanar cuerpos y encontrar las tecnologías que les permitan esto. En el fondo estas tecnologías libres nos ofrecen herramientas muchos más moldeables a nuestras necesidades y no a las necesidades que nos son impuestas por el sistema patriarcal.

Otro tema recurrente en las mismas organizaciones de mujeres es la seguridad en lo virtual. ¿Con qué recomendaciones podría aportar a las organizaciones para que usen las tecnologías libres en su seguridad?

Cuando hablo de autocuidado y seguridad lo veo de esta manera: ¿cuándo cometes errores?: cuando estás cansada, cuando estás distraída, cuando estás estresada, cuando estás enferma. Y cuando cometes errores es cuando más vulnerable eres. Si vamos a hablar de seguridad, a mí de qué me sirve tener todos los programas de seguridad en mi teléfono y en mi computadora si traigo un alto nivel de estrés, presión, depresión, baja autoestima, ¡¿de qué me sirve?! En el fondo la seguridad tiene que ver con cómo nos sentimos, ni siquiera como estamos. El tema del autocuidado es primordial, primero vamos a sanarnos, primero vamos a sacarnos estas enfermedades que la sociedad nos ha impuesto de vivir en la autoexigencia, de olvidarnos a nosotras mismas, de priorizar los deseos de los demás y ponernos a nosotras en el centro de nosotras mismas pero en comunidad, entre hermanas, entre amigas, entre compañeras.