En el Cerro Blanco se desarrolla la tradicional festividad del Abuelo Carnavalón, cientos de asistentes se reúnen para realizar esta colorida celebración que se desarrolla año a año.
El carnaval del abuelo carnavalón, abuelo carnaval, o también conocido en otros lugares como el Ño carnavalón, visto con ojos de no creyente, es un mono hecho de paja, madera y otros elementos, con vestimentas de traje, un vestón y un pantalón de tela muy elegantes. Pero él, al levantarse de la tierra, es el que da comienzo tanto a los carnavales de los pueblos del interior de Arica como al del Cerro Blanco.
Según la concepción andina, cada pueblo cuenta con su propio abuelo enterrado en algún cerro sagrado, debiéndose realizar un ritual en agradecimiento (denominado pawa) al desenterrarlo, vistiéndolo para los días que siguen de carnaval, y al acabar éste, enterrarlo nuevamente y permitirle descansar hasta el otro año. Comúnmente una agrupación denominada «alférez», suele hacerse cargo de la ceremonia de vestimenta para el abuelo, de comprarle un traje nuevo para este año, así como zapatos, sombrero, camisa, etc., si es necesario.
Galería de Imágenes de Chileokulto realizada por la fotógrafa, Sara Vargas
En el caso del Anata del Cerro Blanco – Apu Wechuraba, Las organizaciones llevan años de trayectoria, que entregan carnaval, las diversas ceremonias, actividades, comidas, bebidas, higiene y aseo del cerro y centro ceremonial, además de acoger a los asistentes y manteniendo así el espíritu del carnaval.
El próximo año el nuevo alférez deberá desempeñarse en la misma función, sin esperar nada a cambio, en íntima reciprocidad con las demás agrupaciones, como ya es marcada tradición.
Todo esto ocurre en un territorio que al estar ubicado en el Valle del Mapocho y sus cercanías, alberga todo un universo de entidades sagradas que nos rememoran antiguos parajes donde convivían personas venidas del norte, pueblos andinos del kollasuyu, y pueblos del sur, mapuche. Lo que hoy se conoce como Santiago siempre constituyó un espacio intercultural. De hecho, en las laderas del Cerro Blanco en dirección poniente, se ubica el Qhapaq Ñana (o camino principal en quechua), el sendero que los pueblos del norte y sur usaban para cruzar el valle del Mapocho, en donde actualmente se ubica la Avenida Independencia y la calle Bandera.
Hoy día, la celebración del Anata es parte de una política latente, en tanto proyecto y necesidad, que da cuenta por entre otros aspectos, de la apremiante necesidad del encuentro entre nuestros círculos de organización, de las muchas veces omitida compartición y alegría en nuestras relaciones, concíbanse estas políticas o no. Un valeroso programa que a través de la rigurosidad que conlleva el constante levantamiento de actividades, se consolida y defiende ante el hostigamiento de las instituciones de la vieja política y la ascendente represión hacia las comunidades.
Esta tradición se lleva a cabo en el marco del Carnaval Afro, donde diferentes comparsas se reúnen para realizar pasacalles rescatando y fortaleciendo la identidad afrodescendiente, basado en un rescate a través de la memoria oral, en pos de la reivindicación de esta población, la cual ha sido históricamente negada por el Estado y sociedad chilena, pese a que siempre existieron personas descendientes de la diáspora africana.
¿Qué significado tiene el Ño Carnavalón?
Cuando hablamos del Ño Carnavalón, nos damos cuenta automáticamente que hay una influencia de la chilenización. Entonces lo que hacemos nosotros es un rescate de la memoria oral de los abuelos, porque cuando se inició el movimiento afro el año 2001 en adelante, a través de la mesa redonda de Lumbanga, empezamos a darnos cuenta que los abuelos tenían sus carnavalones. Nosotros no sabíamos, pensábamos que solo lo hacían los aymaras. Sin embargo, mediante trabajos de memoria oral, descubrimos que en las comunidades en el sector de Pago Gómez, o en la rivera que es la parte de los Baluarte en el Barrio Negro, en esos sectores las familias negras salían a jugar carnavalón con el muñeco, o algunos le decían el abuelo.
En la mayoría de los sectores lo enterraban a la falda del cerro donde está la Cruz de Mayo, cerros sagrados para nosotros. Mi familia, los Ríos, enterraban el carnavalón a la orilla del río San José. La razón de ello, es que el carnavalón estaba vinculado a las aguas estivales que bajaban a pedirle a la tierra que bajara el río San José. Hay una diferencia tremenda con los carnavales ancestrales que uno ve en la precordillera, se toca tarca y piden la lluvia para que haya abundancia.
Mientras que nosotros, los azapeños, tocamos bombo, quijada y guitarra, pidiendo que bajara el San José. Entonces hay diferencias geográficas que marcan el elemento andino y el elemento afro. Ellos le pedían a la Madre Tierra que bajara el río San José, porque el valle es un acuífero que se nutre de las aguas subterráneas.
Los carnavales estaban vinculados a una primera expresión espiritual, para pedir que en mayo- junio, la cosecha sea abundante. En mayo ya se le agradece a la producción, entonces los carnavales tienen relación con la abundancia de agua, para pedirle que el río San José baje, que llegue el agua a las napas subterráneas del valle para que así en los meses de marzo, abril y mayo, puedan hincharse los frutos.
¿En qué fecha se realiza el desentierro?
El carnaval se hace según el calendario católico, desde semana santa, 40 días antes el viernes santo, ahí se hacen los carnavales ancestrales. Entonces el carnavalón se desentierra un sábado o domingo antes de miércoles de ceniza.
Este carnaval también estaba muy vinculado a la parte sensual, de enamoramiento. Se habla que se ponían máscaras y se coqueteaban entre hombres y mujeres. Incluso en la ronda tumbe carnaval, tiene mucha relación con el coqueteo del hombre hacia la mujer. Van bailando, el hombre va detrás molestando a la mujer en una ronda y el cantor dice “tumbe carnaval”, entonces la mujer lo tumba con su cadera y lo empuja a modo de coqueteo o conquista.