El presidente dijo que estas semanas que vienen «problablemente serán las peores».
WASHINGTON – La pandemia del coronavirus no muestra señales de desaceleración en Estados Unidos, donde la cifra de contagios alcanzó este sábado los 322,896 casos, mientras que las muertes llegaron a los 9,094, según los últimos datos de NBC News.
Nueva York sigue siendo el principal epicentro del brote en el país, con 4,159 fallecimientos a causa del COVID-19 y 122,031 casos.
Los otros estados más afectados por la pandemia son Nueva Jersey, con 34,124 casos y 846 muertes; Washington, con 7,591 casos y 310 muertes; y California, con 13,855 casos y 319 muertes, de acuerdo con las cifras del sábado.
El aumento de la cifra ocurre a un día que se reportara haber alcanzado los 8,000 fallecidos y a hora de que el director de salud de EEUU, Jerome Adams, alertara que está por comenzar «la semana más dura… será el momento más difícil para muchos estadounidenses en toda su vida».
A pesar de que el presidente Donald Trump había asegurado que el pico llegaría para esta semana, este sábado afirmó que lo peor está por venir en las próximas dos semanas y advirtió que el país registrará un elevado número de muertes a causa del COVID-19.
«Esta será probablemente la semana más dura, entre esta semana y la próxima semana. Habrá muchas muertes, desafortunadamente», aseguró Trump este sábado en una rueda de prensa en la Casa Blanca.
Nueva York recibirá más de 1,100 respiradores de China y Oregon, informó el sábado el gobernador de ese estado, Andrew Cuomo. El gobierno chino y los multimillonarios Jack Ma y Joseph Tsai, cofundadores del mercado en línea Alibaba, facilitaron una donación de 1,000 respiradores que deben llegar por la tarde. El estado de Oregon ofreció enviar otras 140 máquinas.
“Va a ser una diferencia importante para nosotros”, dijo el gobernador demócrata. Cuomo había dicho el jueves que el estado agotaría su reserva de respiradores en seis días si el número de enfermos críticos seguía aumentando al paso actual.
El gobernador dijo que los efectivos de la Guardia Nacional recogerían los aparatos.
El plan causó alarma entre los republicanos y algunos directores de hospitales, quienes dijeron que eso dejaría en peligro a los habitantes locales y enfrentaría a distintas regiones del estado entre ellas.